El desarrollo tecnológico actual está trastocando, modificando y facilitando la creación de nuevos entornos, contenidos, e inclusive la manera en la que actualmente se relacionan personas y contenidos.
Partiendo de este reconocimiento, hagamos el ejercicio de imaginar el resultado de combinación de las tecnologías de la realidad virtual y las características de un museo. Pensemos en un espacio posible
en un futuro próximo. Imaginemos entonces un entorno de inmersión total.
Diseñemos en nuestras mentes, escenarios donde podremos realizar visitas virtuales en ambientes tridimensionales; entornos
donde se interactúe con obras u objetos artísticos y, por qué no, con sus creadores. A esas alturas del futuro, seguramente, la tecnología nos permitirá compartir la experiencia en tiempo real
con otros visitantes.
Desde esta perspectiva, podemos concebir un entorno digital en donde nos “encontremos” con más personas; es decir, museos virtuales, en el sentido de espacios de encuentros
para compartir experiencias estéticas y culturales.
En el diseño de nuestro propio museo imaginario, podemos incluir, por supuesto, la creación del contenedor y la conformación del contenido;
es decir, el entorno y las obras.
Habrá quien imagine un lugar para navegar dentro de obras inmateriales. Quizás algunos de ustedes decidan encontrarse en un entorno etéreo, donde se reúnan reproducciones
digitales de las obras plásticas de sus artistas favoritos.
Otros, probablemente diseñen en sus mentes el museo de lo intangible. Por ejemplo, el museo de las emociones, de las sensaciones,
de los recuerdos de la piel, de los sonidos, o de los olores. O bien, el museo virtual del genoma humano, o el del ADN.
Indudablemente la relación entre museos y tecnología
es cada vez más estrecha. Revisemos algunas evidencias que ayudan a sostener esta aseveración. Por una parte, las tecnologías están transformando el espacio mismo del museo; por otra, la tecnología
–en su concepción de herramienta- genera nuevas formas de creación artística. En consecuencia, estas dos modificaciones repercuten en la forma en que ya sea como artistas o como visitantes- nos relacionamos
con el contenido y con el continente.